El síndrome
de abstinencia es la unión de reacciones físicas o corporales que
ocurren cuando una persona deja de consumir sustancias a las que es adicta. La
adicción puede estar ligada a alguna sustancia psicoactiva, bebidas con etanol,
comida (azúcar y harina), tabaco u otras drogas.
Este síndrome también
puede presentarse en algunas enfermedades psicológicas
como la dependencia emocional, donde no se depende de una sustancia o droga, pero sí de
afecto desmedido o dependencia hacia otra persona, presentando el individuo
somatización (es decir, proceso por el cual se transforman o convierten
problemas emotivos o psicológicos en dolores físicos).
Aunque
los síntomas varían
en forma e intensidad de acuerdo con el producto empleado y el tiempo que lleva
desarrollándose la dependencia, en todos los casos se deben a que se ha alterado el
funcionamiento normal del sistema nervioso.
Índice
Causas
En términos
generales, las sustancias adictivas poseen compuestos semejantes a los neurotransmisores (compuestos
químicos empleados por las neuronas para
comunicarse entre sí) encargados de desencadenar la actividad de los centros
cerebrales de recompensa, placer o satisfacción, los cuales permiten la
expresión de emociones gratificantes como entusiasmo, alegría y serenidad.
Precisamente por ello hay quienes los utilizan para enfrentar momentos
difíciles.
Pero, el uso
frecuente de drogas, tabaco o alcohol exige
cantidades cada vez mayores para lograr el mismo efecto; a este hecho se le
conoce como tolerancia, y ocurre porque las
sustancias adictivas sustituyen gradualmente la creación de neurotransmisores que
desencadenan sensaciones de bienestar. En consecuencia, el paciente pierde la
capacidad de experimentar gozo y tranquilidad de manera natural, y crea una
dependencia o consumo compulsivo para no sufrir una serie de malestares como
ansiedad, nerviosismo, alucinaciones, sudoración, temblores, escalofríos,
dificultad para dormir, vómito y otros que, en conjunto, forman el síndrome de
abstinencia.
Cabe
destacar que el abuso de sustancias no siempre crea dependencia física, sino psicológica,
la cual se basa en el deseo continuo de consumir un químico para hacer frente a
situaciones que generan malestar. Aunque también es muy difícil de superar,
tiene la peculiaridad de que cuando se deja de emplear la droga no se
manifiestan cambios en el organismo, es decir, no hay síndrome de abstinencia,
sólo alteraciones emocionales y de conducta.
El uso
continuo de sustancias que actúan sobre el sistema nervioso es responsable de
dependencia física, ya que el cuerpo se adapta a ellas y el cerebro experimenta
un cambio en su estructura y desempeño, de manera que sólo puede
funcionar normalmente ante la presencia de dichos químicos,
sin olvidar que cada vez requiere mayores dosis para obtener efectos
placenteros.
Es
importante mencionar que cada sustancia actúa en forma particular en el cerebro
y que no todas generan dependencia física ni síndrome de abstinencia. Para
explicarlo mejor, podemos recurrir a una clasificación general de dichos
químicos en tres grupos:
·
Depresores:
Dosis pequeñas generan euforia, pero cuando son altas relajan la actividad del
cerebro, produciendo aturdimiento y letargo, incluso la muerte al paralizar la
actividad nerviosa que controla al aparato respiratorio. Muchos de estos
químicos se utilizan con finalidades médicas, como tranquilizantes (narcóticos)
o inductores del sueño (hipnóticos).
Los más conocidos en esta clasificación son: alcohol, benzodiacepinas,
fármacos calmantes, solventes y
adhesivos; los tres primeros generan dependencia física y psicológica, los dos
últimos sólo psicológica, según se ha comprobado hasta la fecha.
·
Estimulantes:
Incrementan la actividad del sistema nervioso central.
Suelen generar mejoría del estado de ánimo, sensación de felicidad, aparente
aumento de la capacidad mental y física, falta de sueño y apetito, así como
mayor actividad en general. Este grupo incluye anfetaminas, metanfetamina (speed),
metilendioximetanfetamina (éxtasis o MDMA), metilfenidato, fenciclidina (PCP
o polvo de
ángel), cocaína, nicotina,
y cafeína;
todas estas sustancias generan dependencia física y psicológica en distinto
grado, además de síndrome de abstinencia
·
Alucinógenos o psicodélicos:
Producen la impresión de percibir imágenes o sonidos que no pueden captarse
ordinariamente con los sentidos, y son empleados por algunas culturas en
rituales. Producen aumento en la actividad de algunos centros cerebrales,
dilatación de las pupilas, frío en brazos y piernas, y sensación de hormigueo
en el estómago; así mismo, llegan a generar experiencias muy placenteras o
terroríficas. En esta categoría encontramos: dietilamida
del ácido lisérgico (LSD), mescalina (peyote)
y psilocibina;
existe discusión acerca de su capacidad para generar dependencia psicológica,
en tanto que la de tipo físico y el síndrome de abstinencia parecen estar por
completo ausentes, salvo en sustancias específicas como la ketamina o
la fenciclidina,
cuya capacidad de provocar dependencia, tanto física como psicológica, está
comprobada.
Síntomas
Los
síntomas del síndrome de abstinencia siempre dependerán de la sustancia
utilizada y del organismo de cada persona, ya que no siempre se tienen las
mismas reacciones, en términos generales describimos a continuación los
síntomas correspondientes a las adicciones más frecuentes:
Alcohol
El síndrome de abstinencia en bebedores relativamente
moderados comienza de 12 a 24 horas después de haber dejado de beber, y sus
síntomas son: temblor, debilidad, escalofríos, cefaleas, deshidratación y
náuseas. También es común el deseo de volver a ingerir esta sustancia.
En
grandes bebedores, además de lo anterior, puede producirse un evento más grave,
llamado delírium tremens, que ocurre entre 2 y 10 días después de dejar de ingerir
alcohol y que puede ser mortal. En principio, el paciente se muestra ansioso,
desorientado, con pesadillas, sudoración excesiva, alteraciones en el tacto y
depresión profunda; en ocasiones el pulso se acelera, hay fiebre, convulsiones
(epilepsia alcohólica) y alucinaciones. También parece que el suelo se mueve,
la cama gira o las paredes caen.
Si
hay deficiencia de vitaminas llegan a presentarse, después del delirium
tremens, el en el que se pierde la memoria de acontecimientos recientes,
y encefalopatía de Wernicke, que genera movimientos anormales de ojos y extremidades,
confusión y cambios de carácter.
Nicotina
Por
regla general, cuanto más tiempo y más cigarrillos haya fumado una persona,
mucho mayor será la probabilidad de que presente síntomas al abandonar el
consumo de tabaco; los más comunes son: deseo irrefrenable de fumar, tensión, irritabilidad,
dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, somnolencia o insomnio y aumento
del apetito y de peso.
Narcóticos
Morfina, opio y heroína,
además de sustancias farmacológicas como oxicodona y codeína integran
este grupo de depresores del sistema nervioso. La reacción del organismo ante
la abstinencia suele ser, en principio, respiración agitada acompañada de
bostezos, lagrimeo, flujo nasal y sudoración; luego se presentan
hiperactividad, sentido de alerta exacerbado, incremento del ritmo cardiaco,
piloerección ("piel de gallina") y fiebre. Otras manifestaciones son
pupilas dilatadas, temblores, escalofríos, dolor muscular, inapetencia, dolor
abdominal y diarrea.
Ansiolíticos
e hipnóticos
Son
fármacos depresores de la actividad nerviosa, como benzodiacepinas, barbitúricos, glutetimida, cloralhidrato y meprobamato que
se prescriben con receta médica para controlar la ansiedad o inducir el sueño,
pero que al tomarse en altas dosis o por periodos prolongados generan adicción.
Al interrumpir su consumo cuando hay dependencia se desencadena una reacción
grave, aterrorizante y potencialmente mortal, muy parecida al delirium tremens,
cuyos síntomas principales son debilidad, malestar general, depresión,
temblores, deshidratación, delirio, insomnio y alucinaciones.
Anfetaminas
La
adicción a estos estimulantes del sistema nervioso suele iniciar cuando se
administran como medicamentos para bajar de peso, aunque la metanfetamina y
el MDMA o
éxtasis han alcanzado amplia difusión en el mercado ilegal. Cuando se
interrumpe bruscamente su consumo se generan cansancio y somnolencia extremas,
si bien algunas personas se muestran intensamente ansiosas e inquietas. Los
consumidores que estaban deprimidos al comenzar a usar las anfetaminas pueden
incrementar su malestar cuando las dejan, al grado de que adoptan tendencias
suicidas. También experimentan delirios y alucinaciones.
Cocaína
Es otro
estimulante del sistema nervioso, sólo que más potente; puede inhalarse o
inyectarse, y cuando se hierve con bicarbonato sódico se obtiene el crack, que
puede ser fumado. La tolerancia se desarrolla rápidamente y las reacciones de
abstinencia incluyen cansancio extremo, depresión y ansia de suicidio; en
ocasiones hay alucinaciones.
Polvo
de ángel o fenciclidina
Fue
desarrollado a mediados del siglo XX como anestésico, pero se suspendió su uso
porque los pacientes presentaban ansiedad, delirios y cuadros de psicosis
temporal (alteraciones profundas de la realidad y de la percepción sensorial);
sin embargo, comenzó a sintetizarse en laboratorios clandestinos para su uso
como estimulante. Su abstinencia genera depresión, ansia de consumir drogas,
fatiga, dificultades para dormir o dormir mucho, aumento del apetito y de peso,
movimientos lentos o súbitos y sueños vívidos desagradables. El carácter suele
volverse violento y suicida.
Síndrome de
abstinencia
Cuando
una mujer embarazada es adicta, las sustancias que consume llegan al torrente
sanguíneo del feto a
través de la placenta. Al nacer, la dependencia del
bebé respecto a la droga continúa, pero no su administración, por lo que
padece diversos trastornos en su sistema nervioso y en su organismo en general.
Además de
las dificultades específicas del síndrome, de acuerdo con la sustancia empleada
por la madre, un bebé puede presentar otros problemas:
·
Crecimiento
deficiente.
·
Nacimiento
prematuro.
·
Convulsiones.
·
Defectos
congénitos.
·
Llanto excesivo
y muy fuerte.
·
Mala
alimentación; pobre succión de leche materna.
·
Muertes
prematuras.
Diagnostico
Por lo general se basa en:
·
Observación de
los síntomas antes descritos.
·
Historia
clínica, en la mayoría de las veces con ayuda de familiares o personas
cercanas.
·
Revisión física
realizada por un médico general, adictólogo o, en ocasiones, por un
especialista en urgencias.
·
En algunos casos
se requieren exámenes de toxicológica (detección de drogas) para descubrir la
presencia de numerosas sustancias en el organismo. Dichos estudios pueden
efectuarse con pruebas de orina (los más frecuentes) o de sangre (de mayor
precisión).
Prensión
La práctica
de actividades deportivas o artísticas contribuye al manejo constructivo de las
emociones, por lo que es conveniente.
Tratamiento
La terapia de
rehabilitación contra las adicciones tiene entre sus principales objetivos
ayudar a superar el síndrome de abstinencia. Nuevamente, en cada caso se debe
considerar cuál es la sustancia empleada por el paciente, ya que de ello
dependerán las medidas a seguir:
Una
de las primeras complicaciones en ser tratadas es la deficiencia nutricional,
por lo que es común la administración de complejos vitamínicos ricos en
vitamina C y vitamina (B1); también se combate la deshidratación con soluciones
intravenosas de magnesio y glucosa. Por otra parte, se suele prescribir un
fármaco benzodiacepínico durante algunos días para calmar la agitación, y en
caso de que el paciente sufra alucinaciones se darán antipsicóticos. Todas
estas medidas son más agresivas en caso de delírium trémens, aunque también se requiere el empleo de analgésicos que
ayuden a fiebre y dolores de cabeza.
Una vez que
se ha superado la fase crítica del problema, se requiere la supresión del
alcohol por completo. Debido a que es prácticamente imposible que el paciente
lo logre por cuenta propia, es necesario que cuente con ayuda psicológica y
apoyo de sus familiares, sin olvidar la importancia de recibir asesoría
individual por parte del médico (a veces prescribirá algunos medicamentos que
le ayuden a prevenir recaídas, sin olvidar que probablemente requerirá atención
especial debido a problemas hepáticos o en los riñones). Es de mucha utilidad
que se integre a terapias grupales como las que brinda Alcohólicos Anónimos.
Nicotina.
Se
han desarrollado diversas estrategias de terapia, aunque para que cumplan con
el objetivo de superar definitivamente el síndrome de abstinencia y dejar de
fumar es conveniente que se utilicen bajo prescripción médica. En casos
moderados es ideal recurrir a suplementos de nicotina en forma de goma de mascar
o parches, y en casos más severos fármacos como clonidina (ayuda a regular
la presión sanguínea),
fluoxetina y buspirona (antidepresivos).
También
son importantes el apoyo emocional y la terapia psicológica para superar la
dependencia a la nicotina, por lo que es altamente recomendable acudir a una
clínica antitabaco, donde se brinda tratamiento integral al paciente, siempre
de acuerdo con sus características.
Narcóticos.
La
sustitución de estas sustancias por metadona es el principal procedimiento para
superar la abstinencia; de hecho, este fármaco es también un narcótico, pero
genera alteraciones menores, se toma con menos frecuencia y puede disminuirse la
dosis poco a poco. Asimismo, la naltrexona es útil para la recuperación en caso
de dependencia a la heroína, ya que bloquea los efectos de esta droga incluso
en dosis intravenosas importantes. Los grupos de ayuda o la terapia psicológica
son también de gran utilidad.
Ansiolóticos e
hipnóticos.
Incluso
aplicando el mejor tratamiento, una persona puede tardar un mes o más en
sentirse normal. Frecuentemente, los médicos tratan la abstinencia volviendo a
administrar el fármaco causante, sólo que en dosis inferior y disminuyéndola
progresivamente a lo largo de días o semanas.
Anfetaminas.
Un
consumidor crónico llega a necesitar de hospitalización durante la abstinencia.
Si sufre delirios y alucinaciones puede recibir un fármaco antipsicótico, como
clorpomacina, que tiene efecto calmante y alivia el sufrimiento, aunque puede
reducir la presión arterial en forma considerable. Asimismo, un ambiente
tranquilizante y seguro ayuda a la persona a recuperarse.
Cocaína.
El
tratamiento exige supervisión de cerca porque la persona puede volverse
depresiva y suicida; por ello, muchas veces se recomienda su ingreso a un
hospital o centro de rehabilitación. El método más eficaz consiste en combinar
asesoramiento médico y psicoterapia personalizada o en grupo, además de que en
caso de que se presenten depresión o trastorno bipolar se deben administrar
antidepresivos o litio, respectivamente.
Polvo de ángel o
fenciclidina.
Las
medidas a tomar dependen de los síntomas específicos: se administran fármacos
para bajar la presión arterial elevada o para frenar las convulsiones; cuando
el paciente se agita, se le instala en una habitación tranquila para que se
relaje, aunque se le debe supervisar a menudo la presión sanguínea, respiración
y ritmo cardiaco. No ayuda hablarle de manera calmada, ya que esto puede
agitarle todavía más. En caso que la intranquilidad permanezca, se dará un
medicamento como diazepam. Superada la crisis se requiere tratamiento
psicológico y probablemente algún antidepresivo.
Abstinencia en
recién nacidos.
Los
bebés con este problema son irritables y es difícil consolarlos, por lo que
envolverlos en una manta durante estos episodios puede ayudar. Además, pueden
requerir calorías adicionales debido a su mayor actividad, de modo que se les
proporcionan fórmulas lácteas que cubran sus exigencias. En caso de vómito o
diarrea, se administran líquidos por vía intravenosa para evitar
deshidratación.
Se pueden
recetar medicamentos para tratar síntomas severos, como metadona y
benzodiacepinas, especialmente las convulsiones. También es común que se
utilice la misma sustancia a la que fue expuesto el recién nacido, y una vez
que se controlan los síntomas del síndrome de abstinencia, se reduce
gradualmente la dosis.
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