El absceso pulmonar es una cavidad pulmonar
localizada que contiene pus, resultado de la necrosis del tejido pulmonar, con
neumonitis de las regiones adyacentes. El término "gangrena pulmonar"
señala un proceso similar, pero más difuso y extenso y con predominio de los
fenómenos necróticos. Un absceso pulmonar puede ser pútrido (causado por
bacterias anaerobias), o no pútrido (causado por aerobios o anaerobios).
Etiología y anatomía patológica
Los abscesos pulmonares suelen deberse a la
aspiración de material infectado a partir de las vías respiratorias superiores,
en pacientes inconscientes, alcohólicos (a causa del estado de obnubilación
mental), con enfermedades del sistema nervioso central (SNC) o en personas
sometidas a la acción de la anestesia general o sedación excesiva.
Habitualmente están causados por gérmenes anaerobios y a menudo se asocian a
enfermedades periodontales; en ocasiones, intervienen múltiples gérmenes
actuando de modo sinérgico. Entre los microorganismos aislados por cultivo de
los enfermos con abscesos pulmonares destacan las bacterias piógenas y de la
flora rinofaríngea (sobre todo anaerobios) y, con menor frecuencia, bacterias
aerobias u hongos. En personas > 55 años el carcinoma puede ser causa de
absceso pulmonar.
Los abscesos pulmonares solitarios son más
frecuentes que los múltiples, los cuales suelen ser unilaterales y originarse a
partir de un foco solitario o aparecer simultáneamente junto a éstos. En los
abscesos originados por aspiración, los segmentos pulmonares más afectados son
el superior del lóbulo inferior y del posterior del lóbulo superior. Los
abscesos solitarios secundarios a obstrucción bronquial o a émbolo infectado
aparecen al principio en forma de fenómenos necróticos en la porción principal
del segmento broncopulmonar afectado. En general, la base de dicho segmento
suele ser adyacente a la pared torácica, y la cavidad pleural de la región
enferma aparece borrada por adherencias inflamatorias. En los casos de
diseminación hematógena, muy frecuentes en las endocarditis tricúspides por S.
aureus de los drogadictos a drogas vía intravenosa y cuya incidencia ha
aumentado en los últimos tiempos es típico observar lesiones múltiples en
localizaciones discontiguas. Los abscesos pulmonares embólicos pueden contener
también bacterias aerobias o anaerobias originadas a partir de tromboflebitis
venosas supuradas.
El absceso se rompe habitualmente en un bronquio y
su contenido es expectorado, quedando una cavidad llena de líquido y aire. En
ocasiones, un absceso se abre dentro de la cavidad pleural provocando un
empiema, a veces con fístula bronco pleural asociada. De forma similar, la
rotura de un gran absceso en un bronquio o los esfuerzos vigorosos para drenar
este absceso pueden provocar una amplia diseminación bronquial del pus con
neumonía difusa y un cuadro parecido al del síndrome del distrés respiratorio
del adulto.
En la radiografía de tórax, los bronquios o los
vasos sanguíneos de gran calibre pueden aparecer como crestas o surcos en la
pared de la cavidad. La erosión de los vasos sanguíneos puede provocar una
hemorragia grave. En ocasiones, los émbolos sépticos migran a través de las
venas pulmonares hacia la circulación arterial superior e inician un absceso
cerebral secundario. Las bronquiectasias y la amiloidosis son otras
complicaciones tardías, aunque raras, de los abscesos pulmonares.
Síntomas y signos
El comienzo de la sintomatología puede ser agudo o
insidioso. Los síntomas más precoces suelen ser los de una neumonía, es decir,
malestar general, anorexia, tos productiva, sudación y fiebre. Excepto que el
absceso esté completamente encapsulado, el esputo es purulento y, con
frecuencia, hemoptoico. La presencia de olor pútrido (olor fétido y penetrante
a menudo percibido incluso a cierta distancia del enfermo) es típica de las
infecciones por bacterias anaerobias y, por lo tanto, simplifica la elección
del antibiótico. En el 30-50% de los pacientes, el esputo es pútrido, pero
alrededor del 40% de los enfermos con abscesos pulmonares por anaerobios no
presentan expectoración con olor pútrido, por lo que su ausencia no excluye el
diagnóstico. Puede haber un estado de gran postración y fiebre de hasta 39,4°C
o incluso superior. Cuando existe dolor torácico suele señalar la presencia de
afectación pleural.
Entre los signos de la exploración física destacan
la demostración de una pequeña zona de matidez a la percusión, que señala el
proceso de consolidación neumónica localizada, y, en general, abolición del
murmullo vesicular, más que broncofonía, a la auscultación. A veces se
auscultan estertores húmedos finos o medios. En las cavidades de gran tamaño (raras
con antibioterapia) pueden auscultarse timpanismo y un soplo anfórico.
Un absceso puede permanecer asintomático hasta que
produce perforación bronquial y el enfermo expectora, en pocas horas o varios
días, gran cantidad de esputo purulento, fétido o no. El esputo puede contener
incluso tejido pulmonar gangrenoso. Estos enfermos suelen presentar fiebre,
anorexia y debilidad muscular generalizada, pero estos síntomas pueden ser
mínimos, sobre todo si la enfermedad está muy localizada.
En general, mediante antibioterapia correcta los
signos de supuración pulmonar van desapareciendo, aunque ello no implica
necesariamente curación. Si el absceso se cronifica aparecen pérdida de peso,
anemia y osteoartropatía hipertrófica pulmonar (acropaquia). La exploración
física del tórax puede no revelar signo alguno en la fase crónica de la enfermedad,
pero en general se auscultan roncus y estertores.
Diagnóstico
La existencia de un absceso pulmonar es sugerida
por los signos y síntomas descritos anteriormente. Las radiografías de tórax
practicadas en una fase temprana de la enfermedad pueden mostrar una
consolidación segmentaria o lobular que en ocasiones se hace globulosa a medida
que el pus la distiende. Tras su rotura en un bronquio, la radiografía muestra
una cavidad con un nivel hidroaéreo. Si las radiografías de tórax sugieren la existencia
de una lesión subyacente o la presentación es atípica, la TAC puede permitir
una mejor definición anatómica.
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