Acumulación de pus a consecuencia de una infección en
alguna parte del cuerpo. Normalmente, el absceso aparece rodeado de tejido
enrojecido e hinchado.
El pus del absceso se compone de una mezcla de
líquido y varias clases de células: los microorganismos que causan la infección, células
del sistema inmunodefensivo que la combaten y millones de células orgánicas que
han muerto en la batalla. Aunque el pus no sea agradable a la vista, su
presencia significa que el cuerpo se está defendiendo contra los microbios causantes
de la enfermedad.
Algunos abscesos, como los forúnculos,
son muy comunes. Se forman justo debajo de la piel y normalmente desaparecen
por sí solos. Hay abscesos que se forman en la encía junto a un diente y que
suelen exigir tratamiento por un dentista. Hay otros abscesos más profundos,
especialmente en los órganos abdominales o en el pecho, que son menos
frecuentes, pero de mayor gravedad en potencia. Éstos deben ser tratados por un
médico y, a menudo, requieren intervención quirúrgica.
¿Qué es, concretamente, la causa del
absceso?
La causa pueden ser diferentes
bacterias, hongos o protozoos, todos ellos microbios que originan enfermedades.
El absceso es resultado de una infección localizada o confinada en una parte
del cuerpo, en contraste con las infecciones que se extienden por todo el
organismo.
Abscesos externos Los forúnculos son
más comunes entre los adolescentes y casi todos los padecemos en algún momento.
Se les conoce como abscesos externos porque se forman en la superficie del
cuerpo. Son muy parecidos entre sí. La principal diferencia es que algunos
(ántrax) tienen varios núcleos en los que se forma el pus, mientras que otros
(carbunco) presentan un núcleo o conglomerado central, que puede agrupar a
varios forúnculos interconectados.
Los abscesos externos suelen aparecer
en la nuca o en la cara. También se forman en partes húmedas del cuerpo como
las axilas o las ingles. El absceso en un folículo piloso (del pelo) puede dar
lugar a una afección llamada foliculitis. Si aparece en la base de una pestaña
(tipo especial de folículo), el absceso recibe el nombre de orzuelo.
Abscesos dentales El absceso dental o forúnculo
gingival es una acumulación de pus en las encías, que son los tejidos de la
mandíbula que rodean a los dientes. Normalmente se forma como resultado de una
infección bacteriana. Un factor común que contribuye a su formación es el mal
estado de la dentadura, razón por la cual son muy importantes las revisiones
dentales periódicas. Los abscesos dentales también pueden deberse a lesiones
como la fractura de un diente. Si el motivo es una caries dental,
la infección comienza cuando la bacteria accede a la pulpa del diente. Llegado
ese momento, se origina una afección conocida con el nombre de pulpitis. Cuando
la infección comienza a extenderse a partir de la pulpa, se forma un absceso en
la encía.
Abscesos internos Son los que se forman en el
interior de un órgano o cavidad del cuerpo. Hay diferentes clases y pueden ser
causados por una gran diversidad de microorganismos. Todos los abscesos
internos requieren atención médica.
- En el abdomen pueden formarse abscesos como resultado de infecciones de vesícula biliar, hígado, riñones, intestino o de los órganos pélvicos de la mujer. Tales abscesos también son fruto de las complicaciones de una intervención quirúrgica abdominal.
- La apendicitis es un absceso que se forma por obstrucción del apéndice y que ocasiona dolor agudo en la parte inferior del abdomen. Los médicos suelen recomendar la extirpación quirúrgica inmediata del apéndice (apendicetomía). De lo contrario, éste puede reventarse y propagar la infección por toda la cavidad abdominal.
- En los pulmones pueden formarse abscesos por las complicaciones de una neumonía.
- En la garganta se forma un absceso llamado peri amigdalina, causado por la propagación de unas anginas (infección de las amígdalas). Los abscesos peris amigdalinas se dan frecuentemente en jóvenes adultos.
- Por último, pueden surgir abscesos en el cerebro y otros órganos del cuerpo.
¿Qué ocurre cuando sufrimos un absceso?
En la mayoría de los casos, los
abscesos externos y dentales se deben a bacterias del grupo de los
estafilococos. Las bacterias entran en el cuerpo por la boca, los poros de la
piel, cortes menores o rozaduras como las producidas en ciertas partes por la
vestimenta. Ejemplo de esta rozadura es la que a veces ocasiona en la nuca el
cuello de una camisa o de una chaqueta. Es difícil determinar con exactitud el
origen de la infección. Las bacterias causantes del forúnculo son muy comunes,
por lo que tener un forúnculo no significa que una persona sea sucia o que vaya
a contagiar su infección a otras.
Para combatir a las bacterias que
atraviesan la piel, el sistema inmu-nitario moviliza a los leucocitos o
glóbulos blancos de la sangre. El pus se forma por acumulación de las
bacterias, leucocitos, y demás células destruidas en estos combates, a la vez
que el cuerpo va construyendo una pared o revestimiento fibroso para mantener
la infección aislada de otros tejidos. Quienes sufren afecciones que, como la diabetes, reducen la capacidad de respuesta del sistema
inmunodefensivo, tienen más probabilidades de padecer forúnculos o ántrax.
El individuo afectado detecta el forúnculo en
primera instancia al notar una zona inflamada y rojiza. Conforme el forúnculo
crece bajo la piel, comienza a hincharse. También se va haciendo progresivamente
doloroso por la creciente presión que ejerce sobre los nervios que llegan hasta
zonas próximas a la piel y por las sustancias inflamatorias generadas en la
respuesta del cuerpo a la infección. Los forúnculos en la nariz o el oído son
especialmente dolorosos, por ser mayor la presión ejercida sobre los nervios en
estas zonas, de piel más tensa e incapaz de estirarse tanto como en otras
áreas.
Normalmente, así como el pus se abre paso hacia la
superficie, empieza a formarse un punto amarillento (“clavo”). A veces, sin
embargo, el forúnculo cede y desaparece por sí mismo. Esto ocurre cuando el
sistema inmuntario supera la infección antes de que se forme el “clavo”. Si
éste acaba por formarse, cualquier presión puede causar su ruptura, con la que
el pus saldrá proyectado al exterior. El ántrax, infección en la que aparecen
varios puntos o clavos interconectados, es más grave que el fa-rúnculo. Puede
provocar dolor de cabeza,
inapetencia, escalofríos y fiebre. Estos síntomas
son fáciles de reconocer. Si la hinchazón se acompaña de fiebre, dolor
considerable o algún otro síntoma poco usual, es recomendable acudir a un
médico.
¿Cómo se tratan los abscesos?
Abscesos externos Muchos abscesos
sencillos pueden tratarse en el ámbito doméstico mediante compresas calientes y
húmedas que atraen la supuración a la superficie, de modo que acabe drenándose.
Cuando el forúnculo está drenándose, suele cubrirse con gasas esterilizadas
hasta secarse del todo. La curación completa de la zona puede durar días, o a
veces semanas.
Los forúnculos grandes, dolorosos o de
amplia extensión siempre deben ser tratados por un médico. Esto es especialmente
importante si la hinchazón viene acompañada de fiebre, dolor fuerte, síntomas
poco habituales o si el absceso es duro e insensible al tacto. El médico puede
recetar un antibiótico para combatir la infección o, en caso de necesidad,
abrir el forúnculo, proceso que consiste en hacer una incisión con una aguja
esterilizada o con un bisturí para drenar el pus. Esta intervención dura unos
segundos y, a menudo, da por resultado un notable descenso del dolor y una
curación rápida.
Abscesos dentales Cuando se está formando un
absceso en un diente, el primer síntoma suele ser una punzada dolorosa al contacto con alimentos fríos o
calientes. Según la infección se propaga del diente a la encía, el dolor se
hace pulsátil y continuo.
La persona con un absceso dental tendrá
dificultad para masticar, porque la acción de apretar los dientes para
juntarlos, puede resultar sumamente dolorosa. Si el absceso gingival revienta,
el dolor remite. En ocasiones, el absceso dental puede provocar fiebre.
El dentista u odontólogo diagnostica el
absceso dental teniendo en cuenta los síntomas del paciente y mediante
radiografías. A veces se observan directamente una hinchazón y enrojecimiento
de la encía alrededor del diente. El odontólogo puede recurrir, en caso
extremo, a una pul-pectomía con obturación de los conductos radiculares, para
salvar el diente. Si este tratamiento no puede parar la infección, el diente
debe extraerse. Otros remedios a disposición del odontólogo son los
antibióticos y los enjuagues bucales (colutorios) calientes.
Abscesos internos Todos los abscesos
que aparecen en órganos internos requieren atención médica. De ser posible,
debe localizarse y tratarse el foco de infección. Normalmente el tratamiento
incluye drenaje quirúrgico y antibióticos.
De la página, Medicina Salud.
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