sábado, 20 de febrero de 2016

EL AMOR SE APRENDE



Aunque debiera ser así en muchos más ámbitos, probablemente solo en la familia cada uno  experimenta que es querido porque es y como es, independientemente de sus capacidades. Estamos ante una magnífica realidad, reflejo del amor divino. La verdadera familia, además, tendría que ser imagen viva de una escuela de entrega, donde se aprende que el eros (la atracción carnal) ha de transformarse en ágape (en caridad, en donación al otro).

Estas y otras muchas ideas se leen en El amor se aprende. Las etapas de la familia, un libro donde se recogen las enseñanzas de Benedicto XVI sobre esta singular institución. La versión original italiana de la obra (Libreria Editrice Vaticana) la publica ahora en español la editorial Romana. Pedro Moreno ha sido el responsable de la traducción.


El ensayo, de 215 páginas, contiene textos seleccionados sobre la familia que, según la define el Papa, es «una realidad viva y en movimiento, el ámbito en el que se aprende y transmite el amor cristiano». Benedicto XVI presenta una concepción de este núcleo social intensamente ligado «a las etapas de la vida» y lo concibe como «lugar de acogida en la infancia, sustento durante las fases del crecimiento y permanente escuela en la que se aprende el amor».

El desafío del libro es «que el amor se puede aprender, que se aprende y afianza a lo largo de la vida de cada individuo en el seno de una familia» y que «la sociedad que protege a la familia promueve la armonía social, salvaguarda su propio futuro y favorece la paz entre los hombres». Con otras palabras del Papa: «La familia, fundada en el matrimonio, constituye un "patrimonio de la humanidad", una institución social fundamental; es la célula vital y el pilar de la sociedad y esto afecta tanto a creyentes como a no creyentes».

Parece una experiencia universal el hecho de que para enamorarse hay que querer enamorarse. De ahí que el Papa nos invite a no quedar anclados solo en la pasión cuando hay otros factores en juego más importantes. «El amor no puede identificarse con un mero sentimiento, aunque ello pueda servir como chispa inicial para crecer hacia una verdadera entrega».

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