La violencia es el producto de una variedad de factores relacionados con el miedo. En las familias que viven dentro de la violencia, la paz está ausente, por más que se intente amar como la otra persona necesita ser amada, o como imaginamos que nos pide y no nos sale; es decir, dejamos de ser espontáneos y eso nos hace infelices.
Las personas que
ejercen el control suelen sentirse con el derecho de exigir a la pareja que
haga lo mismo, amar como necesita que le amen. (Señalando cada vez que no
cumple con sus expectativas).
La parte de la
pareja que recibe el control suele guardar emociones que enferman, enojo que
alimenta una llama interna que lastima. El empoderamiento va de la mano con: la
asertividad, con perder el temor al abandono o a la ruptura, a la
desprotección; con reclamar lo que haya que reclamar, así como agradecer lo que
se tenga que agradecer, es por ello que es importante buscar ayuda para salir
de la codependencia, perdonar y perdonarnos por los sentimientos, pensamientos
y conductas que lastimaron a las personas amadas. Y alejarnos de aquellas que
nos lastiman.
La violencia surge
porque no se frenan los pensamientos que descalifican, principalmente cuando el
dolor nos impide mirar la vida con objetividad... una casa puede ser
reemplazada por una mejor casa, una persona no se reemplaza pero se modifica lo
que sentimos; el amor puede nacer y morir. Entenderlo nos ayuda a vivir en el
respeto de ambas partes y la disposición para hacer cambios en función de una
mejor relación, cuando ambas partes se comprometen a realizar cambios internos;
si uno no quiere, la otra persona no puede hacer nada para que se elimine la
violencia.
Dar y recibir amor no
necesariamente significa vivir pendiente del otro, pueden entenderse como el
hecho de abrirse a la experiencia de sentir, de establecer contacto emocional,
como dar en el presente, probablemente sin ataduras de por vida.
Es publicado desde ZONA LUZ CITY.
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