La condición para mantener una buena relación
con los demás depende de que tengamos una relación sana con nosotros mismos. Si
estás pasando por un mal momento, lo peor que puedes hacer es tratar de
arreglar o ventilar los problemas pendientes que se arrastran en la relación.
Las peleas son comunes y naturales en la pareja, pueden ser grandes discusiones
o pequeños desencuentro pero hay que saber manejar el curso de una pelea para
que la relación no quede resentida. Escoger el momento y le lugar propicio es
determinante para lograr acuerdos razonables.
No siempre es malo discutir, incluso es
saludable si se hace bien, se cambian impresiones y se logra a un acuerdo; pero
eso sí, hay que mantener los que lleguen.
¿Qué ocurre si la relación está muy deteriorada?
¿Si ya se perdió la confianza en él otros?
Pregúntale sinceramente si estás dispuesto/ a realizar el esfuerzo que
conllevar reconocer en lo que TU fallaste y tomar las medidas para cambiar lo
que sea necesario para componer la situación, esta requiere de carácter,
entregar y determinación, y no se fácil; de otra manera solo estaría alargando
una situación dolorosa para todos, y que ya no tener caso.
No es momento de quedarse en situación.
Si tienes que pedir disculpas hazlo
ahora, de corazón. Pedir perdón no es perder una batalla, es reconocer que una acción
estuvo mal, tu pareja saber aprender tú nobleza y es empezare a restablecer esa
unión entre los dos.
Pero esto no basta, tener que tomar las
medidas necesarias para que no vuelva a ocurrir, y esto conllevara tomar la decisión
de cambiar profundamente, ¿estás dispuesto/a?
Si tú eres la “parte ofendida” cuando tu
pareja te pida perdón, discúlpalo sin mortificarlo, de manera sencilla y
generosa. Lo cual no siempre será tan fácil, no hay nada más humillante que
sentirse “pisoteado” cuando se pide perdón. El acto de disculpares es la base
de la reconciliación. ¿Vale la pena? Solo tú lo podrás responder.
Tomado de la revista ZONA LUZ CIYT
No hay comentarios:
Publicar un comentario